En los últimos años, ha aumentado la conciencia sobre el valor pronóstico de los cambios del músculo esquelético en las enfermedades crónicas, y se considera que un enfoque multimodal es la mejor opción para tratar la pérdida muscular. En este contexto, la microbiota intestinal se perfila como un objetivo nuevo y prometedor.
La microbiota intestinal, ubicada en el tracto gastrointestinal, el sitio principal de la microbiota humana, es un regulador clave del metabolismo y la inmunidad del huésped. La comprensión de que la microbiota intestinal influye en la salud también despertó el interés por los mecanismos subyacentes a esta interferencia y por las oportunidades terapéuticas que pueden derivarse de ellos. Muchos de los efectos que la microbiota tiene en la fisiología del huésped están mediados por metabolitos producidos por estos microorganismos o derivados de la transformación del medio ambiente.
La evidencia sobre la relación entre el eje microbiota-muscular intestinal se ha evidenciado en estudios con modelos animales y humanos, así como en estudios in vitro. La investigación en ratones libres de gérmenes mostró una disminución del 7% en la masa corporal magra. El agotamiento o la reducción de la microbiota intestinal (mediante el tratamiento con antibióticos de amplio espectro) también se asociaron posteriormente con alteraciones en la función muscular y el metabolismo muscular.
Un estudio sobre la transferencia de microbiota fecal de personas mayores con alta capacidad funcional, debido a la musculatura, a ratones libres de gérmenes mostró un aumento de la fuerza muscular en estos ratones en comparación con los ratones colonizados con materia fecal adulta con baja capacidad funcional asociada a una musculatura baja.
Aún así, otros las investigaciones han demostrado que la administración de prebióticos (inulina y fructooligosacáridos) mejora la fuerza de agarre en personas mayores frágiles; y la administración de probióticos durante 4 semanas antes de una media maratón reduce el daño muscular y el estrés oxidativo asociados con la prueba, sin afectar la capacidad de ejercicio.
La reciente ampliación del alcance de los estudios permitió analizar los mecanismos por los que la microbiota intestinal afecta a la fisiología muscular, siendo los principales metabolitos estudiados en este contexto los ácidos grasos de cadena corta (AGCC).
La forma en que los SCFA pueden afectar a la fisiología muscular se ha revisado ampliamente. En resumen, se ha demostrado que los AGCC influyen en el metabolismo de los lípidos, los carbohidratos y las proteínas en los tejidos del músculo esquelético, tanto in vitro como in vivo. Además, los AGCC tienen el potencial de aumentar la retención de masa muscular esquelética, el flujo sanguíneo y la sensibilidad a la insulina, y de preservar un fenotipo oxidativo.
Por ejemplo, las investigaciones han demostrado que el butirato previene muchos cambios musculares relacionados con el envejecimiento. La administración crónica de butirato a ratones de edad avanzada los protegió contra la atrofia muscular en los músculos de las extremidades posteriores, evitó la acumulación de grasa intramuscular, aumentó los marcadores de la biogénesis mitocondrial y redujo los marcadores del estrés oxidativo y la apoptosis.
Existe un gran interés científico en promover la producción de AGCC en humanos para mejorar la fisiología muscular. Sin embargo, por ahora, solo se han descrito asociaciones en cohortes observacionales y no hay ensayos de intervención que demuestren el impacto de los ácidos grasos de cadena corta derivados de la microbiota intestinal en la fisiología muscular de los seres humanos.
En este sentido, se puede observar que es sumamente importante, para la recuperación y/o mantenimiento de la salud muscular, cuidar la integridad intestinal. Por lo tanto, los protocolos clínicos relacionados con el uso de probióticos, glutamina y fibras prebióticas deben implementarse de acuerdo con la individualidad de cada paciente.
Referencias:
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